Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo.
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La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:
--No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.-